MIXTAPE | SESIÓN 07 – DELIA – Cartoons
marzo 19, 2020UN ORGANISMO DE MOVIMIENTO PERMANENTE
Hace mucho, mucho tiempo –bastante más del que uno quisiera–, la industria musical otra vez se frotaba las manos al calor de una nueva “guerra de bandas” (musicales, quiero decir). Nada de balazos desde autos con vidrios polarizados, pañuelos de colores, ropa XXL de marcas deportivas ni disputas entre costas (Este y Oeste). Las bandas en cuestión eran dos fenómenos de masas que prometían devolverle a la alicaída música británica su lugar destacado: Blur y Oasis. Al resplandor de dos discos “pegadores”, Parklife (1993) y Definitely Maybe (1994), los hermanos Gallagher y el grupo de Damon Albarn protagonizaban una batalla campal por arrancarle el cetro de Rey del Mundo a la atormentada mano del gringo Kurt Cobain, que unos pocos meses antes había escapado a la asfixiante presión de la fama haciéndose un inapelable orificio en la cabeza.
Más de veinte años después, ha quedado más o menos claro que ni uno ni otro grupo eran para tanto; que los The Stone Roses seguramente siguen siendo más originales que los otros dos juntos. Sin embargo, el tiempo también ha puesto a cada uno en su lugar. Pero si tuviera que elegir a un ganador de aquella disputa, sin lugar a dudas ese sería Damon Albarn: su variada discografía –incluso antes de la separación de Blur y su último disco sin Graham Coxon, Think Tank (2003),–, es una prueba clara y contundente.
Desde aquella época de juvenil fantasía, de despeinado brit-pop, la búsqueda y la experimentación de Albarn parecían no detenerse. Y por cada nuevo proyecto que formaba, por cada interesante giro musical, por cada nuevo género en que metía la cabeza, los hermanos Gallagher escribían otro himno de bar o galería de estadio, se peleaban, se amenazaban por los medios y destrozaban piezas de hotel. Mientras tanto Albarn seguía en lo suyo, cimentando una trayectoria musical posiblemente no genial (de acuerdo: quizá no sea el mayor talento natural de la historia), pero sí notablemente más inquieta y atrevida de lo que es habitual en un músico que se hizo famoso haciendo pop adolescente. Una oreja inquieta que, a punta de trabajo colectivo, ha demostrado tener más sustancia y más inteligencia musical que tantos “nuevos genios” que nacen, crecen, se reproducen, y mueren.
Cada nuevo disco de Albarn mantiene una característica constante: su capacidad para sorprender siempre, para explorar caminos musicales digeridos con inteligencia. Y quizá sea esa la clave del recorrido de su proyecto más popular creado en 1998 junto al dibujante Jamie Hewlett: Gorillaz.
Sus discos (Gorillaz, 2001; Demon Dayz, 2005; Plastic Beach, 2010; The Fall, 2011) son una muestra ecléctica de ritmos voces y estilos, un vademécum de influencias –desde el soul y el R&B hasta el hip-hop, pasando por el folk, la música árabe, el dancehall jamaicano o el house de Chicago–, en ellos no existe el “cortar/pegar”, el beat reconocible, sino la capacidad de asimilar, comprender y entretejer influencias musicales de una amplitud a veces asombrosa.
DOS DISCOS Y UN DOCUMENTAL
Después de siete años de silencio, en 2017 Gorillaz volvió con Humanz, un disco que, según Albarn, tiene su origen en una época de incertidumbre. “Es un disco de diálogos, son conversaciones entre hombres y mujeres en una noche muy extraña, una noche en la que nadie está muy seguro de lo que va a suceder al día siguiente”, afirmó en una entrevista, deslizando una hipótesis que se adelantó a los acontecimientos. “Esa noche estaba situada en el futuro, pero ahora ya es pasado. Me imaginé algo así como la coronación de Donald Trump, que en ese momento parecía el más improbable de los candidatos, por no decir presidente”, explica Albarn, y agrega: “Era una línea de narración muy poderosa con la que trabajar. Haber hecho este disco es extraño porque, a lo largo de la grabación, se convirtió en algo profético, en una imagen demasiado real”.
El álbum repite la diversidad de colaboraciones, como los ya habituales De La Soul, y nuevos cómplices como Vince Staples, Pusha T, Rag’n’Bone Man, Anthony Hamilton, Kilo Kish, la colombiana Kali Uchis y la mítica Grace Jones; y mantiene intacto el carácter múltiple de ritmos y estilos de sus trabajos anteriores. Con ese nuevo conjunto de canciones la patota se embarcó en una larga gira alrededor del mundo que se extendió durante todo el año 2018. En marzo de ese año la multi-banda se presentó en Santiago el Movistar Arena con un show que resultó impresionante por su despliegue en vivo, y en el que Albarn anunció la aparición de un nuevo disco y nos regaló a los presentes el estreno de un nuevo track, el groove eléctrico de “Hollywood”, junto a Jamie Principle y la intervención en pantalla de Snoop Dogg y sus rimas.
Durante la espera en aeropuertos, en piezas de hotel, entre fecha y fecha, iban armando sesiones de grabación de las maquetas de lo que sería el disco Now, Now, gestado en ese recorrido por distintos puntos del planeta; bitácora sonora de una máquina de música en pleno funcionamiento. “Si vamos a hacer algo más con Gorillaz, no queremos esperar siete años porque, tu sabes, nos llevamos bien ahora”, declaraba Albarn por esos días. El nuevo disco fue lanzado el 29 de junio de 2018, y algunos de sus temas pasaron a engrosar el set list de la gira.
Y esa variedad de registros del recorrido público y creativo del colectivo comandado por Albarn en los últimos dos años, es la materia prima del documental Reject false icons, dirigido por Denholm Hewlett (hijo de Jamie, el dibujante–fundador), estrenado el 16 de diciembre de 2019. Relato tras bambalinas de una cámara que se mueve como un narrador testigo, por aire y por tierra, de la gira más ambiciosa de la banda –Asía, Europa, América del Norte, México, América del Sur– y la experiencia de su propio festival ‘Demon Dayz’, realizado en Inglaterra y Estados Unidos. La película también se detiene en el trabajo de estudio de ambos discos, en el laboratorio donde se ensaya y prueba una idea de sonido y sus consecuencias; además de las sesiones de grabación de los diversos músicos y cantantes que intervienen en cada canción, los que van aportando con sus ocurrencias, observaciones y humor, dando brillo a las ideas de Albarn.
Reject false icons es el registro doméstico de un trabajo colectivo, una inmersión en el mundo de Gorillaz y la familia extendida que la compone. Lugares, momentos y situaciones que se suceden entre fragmentos de las canciones que iban germinando, apoyadas por el personal trabajo de animación de Jamie Hewlett, sello distintivo de la banda.
UN MOVIMIENTO PERMANENTE
Con un recorrido musical de más de treinta años, la chispa creativa de Damon Albarn parece no extinguirse. Ese mismo año 2018 apareció Merrie Land, segundo disco de su banda The Good, the Bad & the Queen (formada en Londres en 2005 junto al bajista de The Clash, Paul Simonon; el guitarrista de The Verve, Simon Tong y el veterano baterista Tony Allen, de África 70, la banda de Fela Kuti), que indaga en el sonido de la música folklórica del Reino Unido con toques de synth pop y baladas reflexivas.
Para este 2020 Albarn ya anunció un nuevo proyecto: The Nearer the Mountain, More pure the stream flows, inspirado en el gélido paisaje de Islandia, con temas proyectados para orquesta, cajas de ritmos y otros instrumentos electrónicos, y el infaltable piano que acompaña a Albarn en cada composición, más las visuales producidas por artistas de ese país y la participación de diferentes directores europeos con los que Albarn ha trabajado en otros proyectos, como el alemán André de Ridder, quien colaboró en la composición para la ópera animada “Journey to the West”. Antes que termine el año, seguramente Albarn ya estará trabajando para nosotros para volver a sorprendernos, explorando sin prejuicios en las arterias de la música, en un movimiento permanente.
Fotograma documental de gorillaz Reject False icons |
Por: Felipe Reyes F.