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diciembre 7, 2020Hablamos con Jorge «Coco» Cabargas sobre la cultura en Chile, Tobías Alcayota y la realización del soundtrack del documental Robar a Rodin del director Cristóbal Valenzuela que hoy 15 años después del suceso vuelve a llamar la atención.
Una mañana de Junio de 2005, los guardias del Museo Nacional de Bellas Artes de Chile, notaron que una millonaria escultura de Auguste Rodin, había sido robada. 24 horas después del suceso un tímido estudiante de arte regresa la pieza, El torso de Adèle, argumentando que la había robado como parte de un proyecto artístico. Un documental que explora en los dilemas del arte y que entrelaza la figura de uno de los más famosos artistas modernos europeos con uno de los más desconocidos artistas chilenos contemporáneos.
Entrevista realizada por Máximo Campos
-JORGE CABARGAS-
¿Cómo fue el encuentro para ser parte de la música del documental Robar a Rodin, ya habías trabajado antes en algún otro proyecto audiovisual?
Me incorporé al proyecto de Robar a Rodin por invitación del director de la película, Cristóbal Valenzuela. Con él somos grandes amigos y compartimos muchos intereses musicales, sobre todo del ámbito experimental. Por lo mismo él conoce bien mi trabajo y pensó que serviría para darle el tono que necesitaba la película, que es principalmente de cine negro clásico, policial, pero también sobre arte y comedia. Por otro lado, el tema de la película me era muy familiar e interesante, no solo por lo notorio que fue el robo en su época sino porque yo soy abogado de profesión, justamente penalista y mis mejores amigos, artistas visuales.
Antes de Robar a Rodin yo ya había participado de otros proyectos audiovisuales, hice varias cosas para la productora La Voz, entre ellas cortos documentales de distinto tipo y antes de eso con mi grupo Tobías Alcayota aportamos dos tracks de música original para la película “La Furia de los caballos sin patas”. Si bien tenía cierta experiencia nunca había sido el responsable de hacer toda la música de un proyecto tan grande como al que me invitaba Cristóbal, así que fue un acto de confianza grande de él, que contaba en su equipo con gente muy experimentada. Ahora bien, esta también era su primera película por lo que creo que ambos aprendimos mucho en el proceso.
¿Cómo fue el proceso creativo del soundtrack y cómo se llevó a cabo?
Partimos con un encuadre muy claro de Cristóbal hacia la estética del cine negro, principalmente en relación al caso policial y posteriormente judicial a que dio lugar el robo de la escultura. Mi mayor objetivo fue compatibilizar ese aspecto de la trama con la temática del arte conceptual, tanto desde la obra (o supuesta obra) como desde las motivaciones del artista (o ladrón). Al momento de iniciar mi trabajo en la película, que es una película documental, ya se había avanzado bastante en la filmación de entrevistas, pero poco en las recreaciones que se usarían y que eran fundamentales en el ambiente que se estaba buscando, por lo que me apoyé bastante en el libro de fotografías de Cristóbal “La ciudad se llama cafeína” para hacerme una idea de cómo se vería la película. Con el transcurso del tiempo fue haciéndose muy presente en mi composición el concepto de la noche, lo nocturno, tanto porque los hechos más relevantes de la película transcurren en ese ambiente como porque mis sesiones de trabajo para la música original fueron siempre muy tarde, después de terminar mi trabajo estable de abogado y las cosas de la casa, por lo que usualmente componía entre 12 de la noche y dos o tres de la mañana. Luego, cuando el material audiovisual se fue completando y depurando comencé progresivamente a hacer música más focalizada en escenas o ánimos específicos.
Al ver el documental y encontrar esta vuelta de tuerca, que es poner en jaque a la cultura nacional y salir ileso en tribunales (cosa poco común en Chile) ¿qué te parece este acto artístico y su desarrollo?
Partiría por comentarte que aún no me hago una idea clara respecto de si la justificación del robo corresponde efectivamente a la ejecución de acto artístico o solo una excusa inventada para safar de las consecuencias de un acto impulsivo. Más allá de eso, sí puedo señalarte que las acciones de Luis Onfray, tanto el robo como la justificación posterior y las repercusiones que tuvo el caso me parecen muy atractivas en distintos aspectos, desde lo representativa que puede ser de cierta idiosincrasia chilena (el estereotipo del chileno bueno para robar, lo precario de las condiciones de seguridad del museo más importante del país) hasta las discusiones eternas pero no por eso menos estimulantes en relación a los límites del arte. Creo que la excelente acogida del público hacia la película es una expresión muy clara del atractivo del caso, que vuelve a llamar la atención a 15 años de ocurridos los hechos.
Sobre el paso de Luis Onfray por tribunales me parece relevante no perder de vista el contexto en que se produjo. Se trató del debut mediático de la reforma procesal penal en Santiago (puesta en marcha justamente en junio de 2005, días antes del robo) y con ello de juzgados de garantía, fiscales y defensores. Con la distancia del tiempo veo con nostalgia el ánimo innovador, creativo y centrado en la persona que se observa en el caso judicial, que termina con una salida alternativa al juicio hecha teniendo presente las particularidades del caso, como fue la condición aceptada por Onfray de trabajar por un año en la biblioteca de la ex penitenciaría de Santiago a cambio de evitar una sanción legal.
La cultura en chile es un departamento político no muy valorado y con poco interés por parte de los estrategas gubernamentales, sobre todo en esta área de la música, donde ser artista en algunas ocasiones es sinónimo de hobbie¿Qué piensas sobre la precaria situación cultural de Chile, ha cambiado algo desde tus comienzos en los 90s?
Cuando partimos con Tobías Alcayota en el año 92 siempre estuvimos muy al margen de la cultura que se relaciona con las instancias gubernamentales, por lo que no podría comentarte con mucho fundamento sobre cómo era ese ámbito en los 90s. Alguna vez participamos de una instancia en Balmaceda 1215 (emblema de la conjunción política/cultura en esa época) y nos mandaron rápidamente “para la casa”, lo que no nos importó mucho. Nos asumíamos “under” y apartados de todo, así que esta distancia con ese mundo nunca fue tema.
Actualmente, gracias a mi colaboración con profesionales del ámbito audiovisual, que por la naturaleza de sus producciones sí que requieren apoyo he podido conocer más sobre las relaciones con políticas públicas en el ámbito de la cultura y hoy tengo la tranquilidad de saber o al menos creer que si bien siempre existe la odiosa repetición de nombres en los beneficiarios del apoyo estatal también los nuevos proyectos, cuando son potentes, logran hacerse un espacio en ese mundo, aun a falta de conexiones o una trayectoria reconocida, como fue el caso de “Robar a Rodin” y afortunadamente también lo está siendo con “Isla Alien”, nueva película en que colaboro con Cristóbal Valenzuela y que tratará sobre la Isla Friendship.
¿Cómo ves el sonido local, en cuanto a propuestas y avances?
Me parece que hoy el sonido local (en el ámbito que conozco más, que es el de la música alternativa) está en un excelente momento. Creo que la música más propositiva ha logrado una visibilidad mucho más acorde a su importancia en relación a lo que lo veía hace unos cuatro o cinco años atrás , en que me parece se trató de imponer el pop como reemplazo de la música alternativa (me gusta el pop, pero no en ese espacio). Afortunadamente la gente que hace música jamás se detiene y hoy está muy consolidada en su trabajo. Proyectos como Tanatrón, Asunción o Cacciuttolo están produciendo excelente material. También he podido escuchar cosas más nuevas como Música Casual, Ultimo día de verano y Archimboldos, todos increíbles. Pienso que esto no es solo un logro de los músicos si no también del empuje que en su momento dieron a la escena disquerías como Tres Oídos, Needle y Kali Yuga Distro, las dos primeras lamentablemente desaparecidas y por cierto sellos como ETCS, Pueblo Nuevo y especialmente Transaméricas, que junto con reeditar en vinilo clásicos de la música más arriesgada chilena (como el mítico Volantín de Los Jaivas) estarán publicando en ese mismo formato música nueva, entre ellos un nuevo disco de Tobías y de Archimboldos. Una gran cosa del proyecto de Transaméricas es la idea de distribuir esta música fuera de los límites de nuestro país, cosa que no había visto antes. Del mismo modo el permanente apoyo de medios como la radio Valentín Latelier, el legendario Perdidos en el Espacio y por cierto Ciudad Sonora, es un permanente aliciente para que la actividad musical siga desarrollándose, así que muchas gracias Máximo por esta entrevista.
PARA ESCUCHAR DA CLICK AC
released January 10, 2017 Música original para la película documental «ROBAR A RODIN» (2017) del director y guionista Cristóbal Valenzuela Berríos. Nominada como mejor música original en el Festival Internacional de Cine de Viña del Mar 2018.
Entrevista realizada por Maximo Campos Director de Ciudad Sonora
30 nov 2020